viernes, junio 30, 2006

AMANECER DE UNA NOCHE AGITADA

Ya no puedo seguir escondiendo lo que ocurrió y lo que siento. Un hombre es un hombre por lo que tiene, pero también por lo que le falta. Si algo tengo de sobra, son quimeras y si algo me falta son logros. Pero uno sigue intentando, y en el intentar se va la vida.

Warren -sin intención y contestando a una infidencia mia- desnudó en su ultimo post una verdad que por orgullo, he intentado mantener oculta. Mi alma atormentada ya no puede esquivar los golpes de la conciencia.


Por salir de perdedor quise un día tener algo de lo cual presumir. Para eso, pocas cosas sirven tanto como una conquista, bien se sabe y fue así que Halle Berry recaló en mi vida. Lo cierto es que no todo anduvo bien, ella se fue y ahora anda por tierras germanas. La versión que siempre manejé acerca de nuestro alejamiento hablaba de lo insoportable que era la mina y demás cosas que uno necesita hacer creer a los demás y a uno mismo, para que bajo una alfombra de negación quede sepultada la gran y terrible verdad, que se puede resumir en 4 simples vocablos: No pude con Halle.

Ante todo aclaro que se trata de la primera vez que me ocurrió. Vaya a saber qué fue; la presión de estar con una estrella, la ingesta previa de un puchero en la que puedo haberme excedido con el caracú, la culpa por ser desleal, o directamente mi inseguridad crónica me hicieron perder calidad amatoria desde nuestro primer encuentro en el que todo sucedió tan rápido que...bueno... No quisiera entrar en detalles, simplemente digo que no fui lo suficientemente hombre para Halle o quizás fue ella demasiada mujer para mi. No le guardo rencor, porque me apoyó y lo intentamos por un tiempo, en el que incluso ella consiguió un aparatito a pilas que de alguna forma apaciguó sus ansias de aquello que yo no le pude dar.

Luego de una noche de mal dormir posteo esta confesión mientras el sol comienza a asomar. Siento el alivio de haberme desprendido de estos resquemores y también me siento feliz y afortunado cuando veo el rostro plácido de Yoli hundido en mi almohada. Ella no será Halle Berry pero es mía. Duerme con una expresión cercana a la sonrisa en la que creo adivinar su perdón.


Oigo chillar la caldera. Sepan ustedes disculpar, pero tengo que preparar un par de gloriosos café con leche.